domingo, 2 de agosto de 2009

Luz amarilla


Existen no solo una, sino múltiples formas de oposición en América Latina que dan origen al peligro autoritario, siendo el golpe en Honduras, clásico en su forma, con Embajada norteamericana incluida, algo que se pensaba ya superado. Pero no es así y es una advertencia.
Hay otras formas, como la declaración de los señores de la Unión Industrial en nuestro país, que aparecen con la novedad de oponerse al establecimiento del salario mínimo, o los de las entidades agrarias en una desenfrenada “asamblea del campo” en la que ovacionan a Martínez de Hoz y advierten que sólo habrá acuerdo en el diálogo con el gobierno si aceptan sus exigencias, insistiendo en el reclamo del privilegio histórico de liberar precios y exportaciones. Poner obstáculos para los programas sociales, la renta de los trabajadores y la capacidad de inversión del gobierno, son acciones opositoras, que aunque a esta gente de la derecha le guste presentarse como ética, y reclamar la solución al problema de la pobreza, por experiencia sabemos de su dudosa relación con la verdad.
Por eso el reclamo de distribución de la riqueza, la universalización de la asignación por hijo, el aumento de salarios, jubilaciones y pensiones, la defensa de la soberanía y el patrimonio, no son cuestiones testimoniales, son medidas urgentes para poder no solo beneficiar a los trabajadores, sino para poder gobernar. Así lo indica la luz amarilla que se ha encendido, tanto para el gobierno como para la sociedad en su conjunto.
El gobierno y su inspiración política apostaron a que las exportaciones y sus alianzas con sectores de la industria permitirían el derrame, sin embargo el efecto campo e industria, más la crisis dentro de la Cgt, van creando condiciones para descargar la crisis sobre los trabajadores. Como dijo Santiago Kovadlof en la Rural, se votó para que su exigencia se convierta en realidad.
Al mismo tiempo una medida mínima como el llamado al diálogo por parte del gobierno, pone en evidencia discrepancias de las derechas para su recomposición. En este caso, se presenta la disyuntiva de permitir que las derechas se recompongan y avancen o radicalizar las medidas políticas y económicas. Y esto es posible porque la reacción ejemplificada en Honduras, pero que actúa en toda la región, está desesperada por la ofensiva de los pueblos y por la crisis del capitalismo que no ha de solucionarse en unos pocos meses como anuncian los adivinos del sistema.
Y en consecuencia, la oportunidad de desarrollar en planos más amplios los frentes, acuerdos o multisectoriales políticas o encuentros de militantes que al calor del análisis de la coyuntura nacional e internacional, puedan avanzar en la coordinación, en la programática y en la unidad política capaz de representar al movimiento popular y contribuir a que se de vuelta la tortilla.