sábado, 24 de octubre de 2009

Planes de los poderosos, planes populares

Se repiten por estos días los mensajes que aluden a la superación de la crisis mundial, aunque las cifras de desocupación en los Estados Unidos, la redistribución negativa de los recursos, los salvatajes a las grandes financieras con fondos públicos que van a parar a los bolsillos de los ejecutivos, digan lo contrario.
El presidente Obama, por su parte, da espacio preferencial a preservar los privilegios de las élites dominantes y sus intereses imperiales para sentar las bases de recomposición de la hegemonía americana. Hegemonía que demanda como base de apoyo a la América Latina. La actuación de la secretaria de Estado Clinton ante el golpe en Honduras, el acuerdo de instalación de bases militares en Colombia y Panamá, develan esas políticas. Si algo faltara agregar, la nueva embajadora de EE.UU. en Argentina, así como la Cámara de Comercio norteamericana, advierten que no debe repetirse lo de Kraft, porque crea un clima de incertidumbre y desconfianza que desalienta las inversiones. Lo que se dice un llamado de atención.
La contraofensiva reaccionaria contra el avance de los pueblos latinoamericanos se ejerce desde un esquema de agresión amplia y variada, el impulso a las derechas locales y un bombardeo exhaustivo, por los grandes medios, monopolizando la información y las ideas de manera que lo que debería ser noticia pasa a ser campaña ideológica.
En nuestro país, esa campaña ideológica alcanzó alta intensidad con el debate de la Ley de Medios Audiovisuales y con el plan de las derechas locales que buscan salir con un partido que les garantice las ganancias capitalistas, la inequidad, la desigualdad y que dirija los consensos y la gobernabilidad.
Ante esto, la desarticulación y, en consecuencia, la crisis de representación política, la necesidad de un movimiento social no sujeto a la hegemonía de las clases dominantes, son los grandes problemas que tenemos que abordar desde el movimiento popular. En nuestra opinión se trata de gestar una fuerza política de gran amplitud con un programa profundo, que no incluye necesariamente la colectivización de los medios de producción, sí reformas profundas, que se llamaron keynesianas en su momento y que hoy significan cambios enormes.
A tal efecto, hemos presentado una propuesta programática que incluye la integración latinoamericana, con múltiples mecanismos que tiendan a unificar económicamente a toda la región, con articulaciones laborales, educativas, productivas, desarrolladas en cada país. La redistribución de la riqueza, con aumentos salariales, reforma impositiva, el control del comercio exterior, de modo que la renta de la tierra y el subsuelo no sean objeto de la especulación financiera y factor de poder de los grupos económicos.
El desarrollo económico popular, con iniciativas que tengan como protagonistas a pequeños y medianos emprendimientos, cooperativas, empresas recuperadas, empresas públicas en manos de los auténticos productores. La democratización de la sociedad como base de la vigencia de los derechos humanos en su más amplia acepción, en definitiva, un conjunto de reformas estructurales y rupturas que requiere amplia voluntad organizada de enfrentamiento con los poderosos, de construcción de alternativa popular en la Argentina.