miércoles, 19 de agosto de 2009

Lágrimas de cocodrilo


Las almas sensibles que hablan de pobreza -realidad inegable- en simultáneo unos y otros, ya sea la Mesa de Enlace agropecuaria o la Asociación Empresaria Argentina, reclaman prácticamente el decálogo del neoliberalismo: disminuir el gasto estatal, detener la inflación, bajar las retenciones o eliminarlas, minimizar el gasto social, rechazar la estatización de las AFJP, privatizar los servicios sociales, abolir el salario mínimo, oponerse a la estatización de empresas de servicios públicos, acentuar la flexibilización laboral, restringir los seguros de desempleo, se quejan porque se desalienta la entrada de capitales, exigen suprimir los monopolios públicos, donde el tema de la ley de servicios audiovisuales y la transmisión por aire del fútbol se llevan las palmas. Estos personajes, a la vez que contribuyen a afectar la gobernabilidad, agravando la política de desestabilización, o apostando a que el gobierno haga el trabajo sucio con miras a las elecciones de 2011, ocultan su propia responsabilidad como copartícipes de la dramática aventura neoliberal de los noventa y más, de la que son sus beneficiarios.
Entre tanto, el gobierno parece solamente acudir a las retenciones y subsidios, lo que se asegura con la decisión parlamentaria sobre las facultades otorgadas al Poder Ejecutivo, pero esto no es suficiente, las correcciones a las políticas neoliberales no significan la superación de problemas estructurales y culturales. La distribución nunca es justa a raíz del peso del modelo económico, el tamaño del cuenco con que se recibe es lo injusto, y eso es lo que debe modificarse, el modelo de país.
Es necesario redistribuir y para eso hay que poner límites a las ganancias empresarias y cambiar la legislación impositiva, aplicar imposiciones a las operaciones financieras, a las operaciones de bolsa, imponer a las grandes fortunas, a las herencias, cambiar las alícuotas a la explotación minera, a la producción petrolera y de gas, como mínimo.
Los temas de la pobreza e inequidad social se subsumen en el modelo de sociedad, modelo que en estas condiciones de fragmentación del campo popular encuentra dificultades para explicitarse. Sobre todo cuando en estas democracias orientadas por la lógica mediática el sonsonete es que el principal peligro del gobierno argentino es parecerse a Chávez, siendo que en lo cultural, lo económico, lo social y lo político, las experiencias de integración regional significan un avance para los pueblos.
En estos días en que recordamos al Libertador don José de San Martín, se nos plantea de manera más exigente que nunca inspirarnos en su experiencia y en su proyecto y no dejar pasar la oportunidad de construir el camino de la liberación de la mano de los pueblos de nuestramérica. Las amenazas que nos plantea el golpe de Estado en Honduras y la instalación de bases yanquis en Colombia nos reclaman apurar el paso para construir una fuerza política que en su planteo básico apunte a cambiar el modelo.