jueves, 5 de noviembre de 2009

En defensa de la autonomía de los partidos políticos

El proyecto se asemeja más al de un modelo electoral de democracias restringidas que a un modelo coherente con las experiencias en curso en la región. El Partido se dispone a desarrollar una campaña crítica, operativa y unitaria para modificarlo.
El Proyecto de Ley de Reforma Política presentado por la presidenta Cristina Fernández la semana pasada, abarca en sus disposiciones tanto a la ley de Partidos como el financiamiento y el régimen electoral.
Roberto Vallarino, de la Comisión Política del PC, sostuvo que “el proyecto evidencia el objetivo de concentrar en las fuerzas del sistema y algo más, a la representación política electoral. Del texto del proyecto se deduce que de los treinta y tres partidos nacionales, teniendo en cuenta que no se habla de preexistencia, podrían atenerse al nuevo encuadramiento unos pocos de esos partidos”.
Los requerimientos que establece el proyecto para las elecciones primarias o internas, tienden a liquidar la participación de numerosas fuerzas políticas y hasta se introduce inadmisiblemente en las cartas orgánicas de los mismos, tendiendo a la liquidación de su independencia, cuando la lógica debe ser la de una mínima ingerencia del Estado en la vida interna de los partidos políticos.
Recuerda Vallarino que “con la acción conjunta de numerosos partidos políticos nacionales se había logrado eliminar el artículo 40 de la ley 23298 de caducidad de las personerías si no se lograba el piso del 2%. Ahora se pone esa condición con un piso del 3% del padrón, lo que indica un propósito más limitativo aún”.
Siendo que los partidos políticos son expresión de las necesidades, ideas y programas de clases y capas sociales determinadas, su función en las sociedades no es tan solo la de administradores, tal como es el papel que se les asigna en los sistemas burgueses.
El proyecto actual se asemeja más al de un modelo electoral de democracias restringidas, que a un modelo coherente con las experiencias en curso en la región.
Una ley como la que se propugna, tiende a poner límites a las funciones partidarias, lo que viola las garantías constitucionales.
Las consideraciones del proyecto más bien expresan la intención de garantizar un paquete de seguridad jurídica que le permita al sistema la gobernabilidad y una superación con fórceps de la crisis de representación política, tendiendo a una alternancia bipartidista.

Se plantea por lo tanto la necesidad de coordinar convocatorias comunes de rechazo al proyecto para que no se apruebe tal como está, porque de ese modo se estaría eliminando el derecho constitucional de elegir y ser elegidos.
Dado que para su aprobación se requiere una mayoría especial, mitad más uno del total de las Cámaras de Diputados y Senadores, se necesitan 129 y 37 votos respectivamente, el resultado se obtendría con acuerdo de los dos partidos mayoritarios, facilitando una vez más el juego bipartidista.
Por esa razón, distintas fuerzas de izquierda y centroizquierda se convocan en encuentros de análisis para actuar en común en el rechazo al proyecto e impedir que se apruebe tal como está.
El PC se dispone a desarrollar una campaña crítica, operativa y unitaria para modificarlo.

Sobre el proyecto de Reforma Política

El Partido Comunista hace un llamado al conjunto de fuerzas sociales y políticas cuyos objetivos sean la profundización de los cambios, y se sientan afectadas por este proyecto, a desarrollar una enérgica actividad militante unitaria con el fin de evitar su consagración como ley con las características con que ha sido presentado.
La Comisión Política del Partido Comunista de Argentina, luego de analizar el proyecto de ley presentado por el Poder Ejecutivo Nacional, para ser tratado en el Congreso, referido a la reforma de régimen de partidos políticos y participación electoral, aprobó la siguiente declaración:

Tal como adelantó su secretario general, Patricio Echegaray, dicho proyecto genera un intervencionismo brutal a nivel estatal sobre la vida de los partidos, apunta a favorecer de manera absoluta a ambas alas del bipartidismo histórico en la Argentina y establece de hecho una proscripción para las fuerzas políticas menores, obstaculizando cualquier posibilidad de construcción de alternativa de las fuerzas populares.

No es la primera vez que desde el poder político de distintos gobiernos se ha intentado marginar con medidas administrativas el derecho de los ciudadanos a constituirse organizadamente en función de sus afinidades ideológicas y el derecho a proponerle al conjunto del pueblo el programa y candidatos que consideran adecuados.
Con estas medidas, repetidas en el proyecto de ley en cuestión, se ha orientado a perjudicar, y en algunos casos se ha llegado a proscribir, a fuerzas populares, como el peronismo en su momento y fuerzas de izquierda, particularmente al Partido Comunista. Una manera de discriminar a las fuerzas avanzadas ha sido la instalación de pisos arbitrarios para impedir su acceso a los parlamentos nacionales y provinciales, razón por la cual no acordamos la existencia de dichos pisos. Entendemos que, más allá de requisitos mínimos, deben respetarse las normas que se dan democráticamente los afiliados de cada partido por medio de sus cartas orgánicas.
En tanto que la izquierda en nuestro país debe dar nacimiento en conjunto con otros sectores populares a una nueva fuerza política surgida de la confluencia unitaria, será fuertemente negativo, y por lo tanto inaceptable, que los requisitos propuestos dificulten esa posibilidad.
En este momento histórico, donde Nuestra América está jugando un papel de vanguardia en el avance de la consolidación de los intereses populares, donde hay una creciente conciencia antimperialista, con distintas experiencias cuyo denominador común es la amplia participación del pueblo superando rémoras excluyentes y restrictivas impuestas por las dictaduras y continuadas por el neoliberalismo, resulta altamente incongruente la intención de retrotraer la realidad argentina a épocas anteriores, cuando un avance para frenar la restauración conservadora exige justamente lo contrario.
Somos partidarios entusiastas de la renovación política, pero ésta debe darse en la generación de nuevas fuerzas orientadas a impulsar un proyecto nacional, popular y latinoamericanista. No es ninguna renovación insistir en la vieja costumbre de favorecer a las dos alas del bipartidismo.
Por lo expuesto, el Partido Comunista hace un llamado al conjunto de fuerzas sociales y políticas cuyos objetivos sean la profundización de los cambios, y se sientan afectadas por este proyecto, a desarrollar una enérgica actividad militante unitaria con el fin de evitar su consagración como ley con las características con que ha sido presentado.