jueves, 14 de enero de 2010

EL FONDO DEL BICENTENARIO DEBE SERVIR PARA SALDAR DEUDA SOCIAL Y COMBATIR A LA POBREZA


Ante al grave episodio creado alrededor del proyecto de utilización de una parte de las reservas de libre disponibilidad para el llamado “Fondo del Bicentenario para el Desendeudamiento y la Estabilidad”, y la posterior remoción del Presidente del Banco Central, la derecha nacional e internacional, en representación política de los sectores sociales económicamente mas poderosos, ha intentado ganar el centro del escenario público mostrándose como celosa defensora de la “autonomía del Banco Central” y de la “institucionalidad” severamente amenazada por el “autoritarismo” del Poder Ejecutivo. Del mismo modo que en su momento apoyaron las declaraciones del señor Valenzuela, enviado del gobierno imperialista norteamericano, quien expresó sus quejas por la “inseguridad jurídica del país”.
Para ello cuentan con una profusa campaña de (des)información montada por la cadena de medios escritos y audio visuales, que actúan heridos de muerte por la reciente ley que termina con el dominio monopólico de la información.
Lo que en verdad ocultan los dichos de esa galería de “referentes” políticos y sus aliados circunstanciales, es que rechazan el Fondo del Bicentenario no porque a través del mismo se intente pagar la usurera e ilegal deuda externa abriendo la posibilidad de nuevo endeudamiento, sino porque entienden que se debería honrar esa deuda pagando con recursos fiscales, lo cual significa –entre otras cosas- achicar el gasto público, afectar inversiones en obras de infraestructura, bajar el consumo vía ajuste salarial, paralizar el crédito y los subsidios destinados a la pequeña y mediana empresa, hacer peligrar el fondeo para la seguridad social y la asignación universal por hijo, como así también para cualquier otro emprendimiento que vaya a favor del fomento a la economía.
El Partido Comunista, a la vez que denuncia y condena ese accionar orientado a aprovechar toda coyuntura para fortalecer sus planes destituyentes, manifiesta que el Fondo del Bicentenario no debe ser utilizado para pagar deuda externa ilegítima e inmoral, sino que debe servir para amortizar parte de la deuda social interna, que debe ser funcional a la distribución de la riqueza, que debe servir para combatir la inequidad social, que debe ser útil para garantizar pobreza cero y desocupación cero.
A su vez, resulta claro que todos estos personajes representantes de los segmentos económicos mas concentrados, ven facilitada su actividad por la falta de decisión política del gobierno al no haber derogado oportunamente la Carta Orgánica del Banco Central cuya sanción viene de la época de Menem-Cavallo y expresa la ideología monetarista mas ortodoxa sustentada en el “Consenso de Washington” responsable del saqueo de los pueblos latinoamericanos y de la depredación de sus riquezas naturales.
En la presente oportunidad esa situación se agrava, ya que según declaraciones oficiales la política económica va a estar dirigida al “desendeudamiento” no para asegurar la plena soberanía nacional en el manejo de sus finanzas, sino para adquirir nueva deuda mediante créditos del FMI, del BM y de otras organizaciones financieras internacionales que no por conocidas han modificado su naturaleza dañina al servicio del capital imperialista.
En cuanto al Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que ordenó la utilización de las reservas, tiene fuerza de ley hasta tanto no sea revisado o avalado por el Poder Legislativo, tal como lo establece la Constitución Nacional. En consecuencia, es un recurso legal que tiene el Ejecutivo y naturalmente está por encima de la propia Carta Orgánica del Central.
Por lo tanto, no necesita del apoyo de ADEBA (la Cámara que agrupa a los bancos nacionales) quienes han pretendido negociar ese apoyo presionando al gobierno a fin de impedir la sanción de una nueva Ley de Entidades financieras que declare a la actividad bancaria como servicio público en armonía con los intereses del pueblo y la Nación Argentina.
Por otro lado, cuanto menos resulta incongruente que un organismo del Estado Argentino, como es el Banco Central, pretenda ubicarse por encima de los atributos constitucionales del Poder Ejecutivo, cuyo titular, al margen de si goza de mayores o menores adhesiones, cumple un período de gobierno en virtud de un mandato popular que debe respetarse. Eso sí constituiría una verdadera y genuina defensa de la institucionalidad.
Finalmente, el Partido Comunista declara que hoy resulta mas necesario que nunca contar con un Banco Central al servicio de un nuevo modelo de país, integrado al proceso renovador y antiimperialista que se opera en Latinoamérica a pesar de los descarados esfuerzos de la derecha internacional - bajo la batuta del imperio norteamericano- que trata de revertir esta situación desestabilizando a los gobiernos que, con dificultades y no pocas contradicciones, han colocado el principal foco de atención
sobre la necesidad de radicalizar medidas que vayan en beneficio de los pueblos y afiancen un camino de liberación.
Hacemos un nuevo llamado a todas las fuerzas políticas y sociales que integran el ancho abanico de la izquierda para forjar un amplio frente que, sobre la base un programa de coincidencias y de un plan de acción común consensuado, sea capaz de construir la alternativa política imprescindible para exigir a este gobierno la adopción de las medidas que urgentemente reclama el pueblo para satisfacer sus mínimas necesidades y superar los niveles de pobreza, como así también, erigirse en poderoso valladar asentado en la fuerza del poder popular apto para derrotar los planes derechistas de restauración agravada del capitalismo neoliberal y encarar un genuino proceso de cambios profundos y estructurales.
Federación Juvenil Comunista
www.lafederosario.blogspot.com

lunes, 11 de enero de 2010

Aniversario Del partido Comunista de la Argentina


El aniversario 92 de Partido comunista de la Argentina marca nítidamente que su historia y protagonismo empapa profundamente la larga historia de las luchas de nuestro país.

Así como es correcto decir que la cultura comunista va mas allá del encuadre orgánico de sus militantes, o que existen revolucionarios que construyen desde otros espacios, no es menos correcto decir que ha quedado históricamente comprobado que su existencia, y fundamentalmente la vigencia de su proyecto político para la revolución, se explican en las causas por las cuales lucha desde hace casi un siglo, y que esperan todavía una resolución definitiva.

El Partido Comunista y su juventud, muy lejos están de ser solo un rito de iniciación, un lugar de paso obligado donde todos los que anhelan cambiar este mundo injusto deben dar sus primeros pasos.
Él, es para los revolucionarios el lugar desde donde desarrollamos el sentido del momento histórico, y la necesidad de cambiar todo lo que debe ser cambiado, asumiendo que no hay revolución sin organización revolucionaria que contribuya a su desarrollo. Algo tan simple como asumir que la lucha por la revolución exige organización política que desarrolle su programa.

Una verdad tan potente, que durante mucho tiempo desde las usinas ideológicas del capitalismo se intento poner en duda, de vincularla con cierto anacronismo. Una verdad que la historia de nuestro continente se ha encargado de poner en su justo lugar, una verdad que se ha convertido hoy en el centro de los debates de los procesos políticos en nuestro continente.

Las injusticias que afectan a la humanidad toda y muy especialmente a los jóvenes del mundo y de nuestro país, marcan como nunca antes la necesidad del desarrollo de su influencia y crecimiento.
Del rol estratégico que juega el partido en la tarea de radicalizar a las masas en un sentido revolucionario, de la necesidad de su lucha por orientar con sus ideas los procesos, para alcanzar la emancipación plena.

Para La FEDE, el Partido es y será siempre una trinchera, una escuela, un fusil que se revela contra las injusticias del capitalismo, la invitación a practicar los desafíos que tenemos por delante y fundamentalmente la organización política capaz de asumir las tareas de una lucha integral y desigual contra el régimen opresor que pone en riesgo real, la existencia misma de la humanidad.

Los jóvenes comunistas asumimos el deber histórico de pararnos decididos frente a las necesidades de esta etapa histórica.
Aprendemos del partido que luchamos para ser mas libres, que luchamos por la revolución, por la liberación nacional y social plena, luchamos por hacer real y palpable su legado histórico político en este presente que interpela a los jóvenes revolucionarios de toda América, y que nos marca con fuerza que nuestra tarea como jóvenes comunistas, radica en darle existencia real a las amplia alianza de fuerzas juveniles, en un sentido profundamente antiimperialista.
Para construir así la agenda política de la Juventud Argentina que selle definitivamente el compromiso de los jóvenes con la lucha por los cambios profundos, explicitando así de forma nítida que es preciso enfrentar sin matices a nuestro enemigo de clase. El imperialismo.
Así conmemoramos este 92 Aniversario del Partido Comunista de la Argentina.
Aprendiendo de él a practicar la solidaridad sin fronteras, de su temple y audacia, de su convicción acerca de que no existe fuerza capaz de vencer la potencia de nuestras ideas.
De su inquebrantable internacionalismo.
Con estas convicciones, con creatividad, y la mística latinoamericana, e independentista de nuestra juventud luchamos por la revolución que la historia reclama y pondremos de pie al hombre nuevo en esta batalla gigante y hermosa que libra nuestro continente.
Que viva el Partido Comunista.
Que viva la integración latinoamericana.
Que viva la revolución y el socialismo.

viernes, 8 de enero de 2010

La difícil y necesaria unidad

Transcurrida ya una década del nuevo siglo, dos rasgos la distinguen, el de la crisis múltiple y profunda del capitalismo y su incapacidad absoluta de solucionar los problemas de la vida humana y el renacer de las experiencias populares en América Latina.
Como toda actividad creativa, la política ofrece abundantes contradicciones. Ante la avanzada popular en distintos países de nuestra región, las derechas se prueban el traje con el objetivo de estrenarlo para un nuevo fin de la historia. Claro, no pueden aceptar que Cuba siga batiéndose incansablemente, ya por 51 años, contra el imperialismo y sus representantes y que además materialice los sueños de justicia y siga contribuyendo sustancialmente al progreso de movimientos sociales, fuerzas políticas y auténticos líderes del pueblo que experimentan procesos originales en distintos países de Nuestra América. No pueden aceptar que Venezuela se plante, que Nicaragua, que Ecuador, que Bolivia y ni siquiera que otros países, como El Salvador, como Uruguay, como Brasil intenten sus propios caminos.
Y es ahí donde se expresa el embate de la derecha. En Honduras con un nuevo modelo de golpe de Estado y desembozada participación de la CIA y el Departamento de Estado yanqui. Lo mismo pretenden hacer en Paraguay para derrocar al presidente Lugo y volver al sangriento pasado al pueblo paraguayo. No es casual que en declaraciones de diferentes funcionarios norteamericanos y en casi todos los grandes diarios y cadenas de la región se hable de los intentos dictatoriales de Cristina Fernández, de Fernando Lugo, de Hugo Chávez, del más legitimado de los presidentes, el reelecto Evo Morales.
En nuestra Argentina, también el accionar de las derechas se hace palpable, sino Diego Guelar, confeso colaborador de la dictadura, no se atrevería a pedir amnistía para los represores, ni Duhalde a aseverar que el pueblo está a punto de pedir nuevamente que se vayan todos. Pero las derechas tienen que actuar en un escenario demostrativamente fallido, son los representantes y los productores de la concentración de la riqueza, de la devastación social, económica y cultural.
Y de esa contradicción es que se vale la experiencia popular.
Sino que lo digan los Avellaneda y todos los que luchan por verdad y justicia, los que lograron poner en el banquillo y condenar al ex juez Brusa y a otros represores.
De esta práctica persistente y combativa, que nuestro pueblo sabe ejercitar, es desde donde partir para construir la difícil y necesaria unidad en la diversidad, la fuerza política que prepare programa y postule cambios, que sepa representar al pueblo.
En esa tarea estamos los comunistas en un nuevo aniversario de nuestro partido, somos respetuosos de las identidades y de la diversidad, no hacemos reduccionismo económico, queremos suprimir las injusticias sociales, en su amplia diversidad de formas de opresión y explotación. Los comunistas asumimos la transición revolucionaria socialista como un proceso multidimensional, no pretendemos ser los liberadores del pueblo, sino sus más abnegados combatientes, estudiosos de la realidad, siempre en la primera línea de confrontación con el enemigo, promotores de la conciencia de que los cambios tienen que ser radicales.
Así lo dice nuestro 24º Congreso.