jueves, 6 de agosto de 2009

Las derechas de adentro y de afuera

Por más voluntariosas que sean las declaraciones sobre la declinación de la grave crisis económica mundial, la realidad se muestra implacable.
Como ejemplo del impacto de la crisis del capitalismo, el Buró de Estadísticas del Trabajo de Estados Unidos informó que en julio 14,7 millones de personas estaban desempleadas (9,5 por cientode la población activa), con los niveles más elevados entre negros, latinos y jóvenes, situación que también azota a Europa y otras regiones del mundo. Es decir, que a la recesión global se le acopla la depresión global con grandes caídas en la producción de los países centrales, millones de desocupados, quiebras de empresas y tensiones sociales crecientes.
A éstos, se le suman otros signos inquietantes en nuestra región. Uno es la reciente visita del jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, general Douglas Fraser, a Colombia, para pactar la instalación de nada menos que cinco bases militares y dos bases navales norteamericanas en ese país. Otro hecho es la sugestiva gira del asesinonarco Uribe, presidente de Colombia, para entrevistar a los gobiernos de la Unasur y explicar este avance inaudito de los yanquis, poniendo en evidencia las nuevas-viejas formas de desestabilización, financiadas además mediante el National Endowment for Democracy de Estados Unidos, como parte de la gigantesca operación continental destinada a contener o revertir los procesos de transformación social latinoamericanos. Y ya sabemos que tras la presencia militar están fuertes intereses económicos con miras, entre otras cosas, a la apropiación de recursos energéticos y naturales. Un verdadero ensayo del nuevo gobierno demócrata que amenaza nuestra soberanía.
Los países de la Unasur, del Grupo de Río y cada gobierno, deben pronunciarse enérgicamente contra la instalación de esas bases.
El gran interrogante es cómo ha de actuar la presidenta Cristina Fernández ante este desafío, que va más allá de las palabras y que se presenta en momentos en que la crisis de gobernabilidad se ve acentuada tras las elecciones legislativas.
Aquellos con los que originariamente el gobierno acordó, que actuan en AEA, la UIA, los concentradores de la producción y exportación de cereales y los sindicalistas de la CGT, reclaman con energía otro rumbo al gobierno, critican duramente las tímidas estatizaciones, exigen no pagar retenciones, el Poder Judicial muestra los dientes, la Iglesia Católica protagoniza una campaña contra la educación sexual en las escuelas y así de seguido.
Por su parte el movimiento popular no atina aún a concretar un gran movimiento político que lo represente, a partir de la articulación de los plurales agrupamientos dispersos y desestructurados, aunque coincidentes en un programa de transformaciones profundas, único camino, aunque el más difícil, de enfrentar a las derechas de adentro y de afuera.
De las derechas de adentro, Biolcatti Magnasco, un señor oligárquico si los hay, a quien se le ven los hilos cuando expresa su doliente reclamo por la pobreza, desde la Rural, ofende a la Patria hablando de San Martín y Belgrano, que “murieron en la dignidad de su pobreza”, dijo, haciendo de la necesidad virtud. Ellos lo dieron todo por la liberación del continente y Biolcatti, que es muy rico y presenta declaraciones juradas por esa riqueza, nos quiere hacer creer que para todos los demás la ética es la pobreza.